El Santo Padre a los Obispos de Africa Meridional

Ciudad del Vaticano, 25 abril 2014 (VIS).- Los obispos de la Conferencia Episcopal de Sudáfrica, así como los pertenecientes a Botswana y Swazilanda han sido recibidos esta mañana por el sumo pontífice al final de su visita “ad limina”.

Francisco I les ha entregado un discurso en el que recuerda la ardua labor de los misioneros para sembrar las semillas de la fe y salir al encuentro de las gentes en las aldeas, pueblos y ciudades, especialmente en los municipios urbanos en expansión constante. En este sentido ha subrayado las parroquias que prosperan a pesar de los obstáculos que suponen las distancias entre poblaciones y la escasez de recursos materiales, elogiando el esfuerzo en la preparación de diáconos permanentes y catequistas laicos que ayudan a los sacerdotes para atender sus responsabilidades con las viudas, madres solteras, divorciados, niños en situación de riesgo y especialmente los varios millones de huérfanos del SIDA.

A pesar de las dificultades de los católicos que son minoría en países donde hay diversidad de religiones, el Papa ha señalado su perseverancia en el anuncio del Evangelio, sus obras de caridad y el testimonio de la verdad para aliviar los sufrimientos de tantas personas.

Los desafíos pastorales son muchos ante la disminución de la natalidad que repercute en la escasez de vocaciones, el alejamiento de la Iglesia para seguir a otros grupos que parecen prometer algo mejor, el aborto que agrava el dolor de muchas mujeres que ahora llevan consigo profundas heridas físicas y espirituales después de sucumbir a las presiones de una cultura secular que devalúa la sexualidad y el derecho a la vida del no nacido, con el aumento de separaciones y divorcios en muchas familias lo que conlleva que los niños con frecuencia no crezcan en un ambiente estable.

También, ha observado con preocupación y lamento un incremento de la violencia contra las mujeres y menores, realidad que amenaza la santidad del matrimonio, la estabilidad de la vida en el hogar, y en consecuencia, de la sociedad en su conjunto. En este contexto de conflictos, los obispos y el clero deben ser testigos coherentes en sus enseñanzas para estar atentos a las necesidades del pueblo de Dios y demostrar solidaridad con los más necesitados.

Asimismo, el número de desempleados es un grave problema y ha pedido a los prelados que junto con la ayuda material que brindan no se olviden de dar también una mayor asistencia espiritual acompañada por una sólida guía moral.

Finalmente, ha implorado la promoción de vocaciones auténticas en cada territorio, la selección prudente de candidatos al sacerdocio, una formación esmerada y el acompañamiento después de su ordenación, invitando a redescubrir el sacramento de la reconciliación como una dimensión fundamental de su gracia santificante.

Por último, haciendo mención del matrimonio como una alianza para toda la vida entre un hombre y una mujer que implica sacrificios reales para alejarse de las nociones ilusorias de la libertad sexual y fomentar la fidelidad conyugal, ha manifiestado su aprecio por programas de preparación basados en principios morales que huyendo de la corrupción moral en el país doten de sentido auténticamente cristiano la vida de las personas con el fin de generar confianza y fomentar las virtudes de honestidad e integridad entre la población.

Con estos imperativos morales y haciendo frente a estas y otras graves preocupaciones sociales, como la difícil situación de los refugiados y migrantes, ha invocado la ayuda del Señor para todas sus comunidades.

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