Decretos de nueva declaración de mártires y virtudes

Francisco I, Papa Jorge Mario Bergoglio(RV).- El Papa Francisco recibió este jueves, 31 de octubre, al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y ha autorizado al dicasterio promulgar los decretos sobre el reconocimiento del martirio de un obispo y las virtudes heroicas de tres religiosas.

MARTIRIO.

– El martirio del Siervo de Dios Anton Durcovici, austriaco, obispo de Iai (Rumanía) nacido en 1888 y asesinado por odio a la fe en la cárcel de Sighet (Bucarest) el 10 de diciembre de 1951. El obispo ya había pasado dos años en un campo de concentración en Moldavia, durante la Primera Guerra Mundial, por ser originario de Austria. Durante los años de dura persecución comunista contra los cristianos en Rumania, haciendo caso omiso de los peligros y amenazas del régimen, Mons. Durcovici comenzó a visitar las parroquias de su diócesis anunciando a todos el Evangelio y la libertad en Cristo. Arrestado en 1949, fue encerrado en la prisión más dura y severa del país, donde murió a los 63 años. De sus sufrimientos en la cárcel, no queda rastro alguno : el régimen borró todo recuerdo de la memoria, como así ocurrió también para muchos otros mártires de la Iglesia del silencio.

VIRTUDES HEROICAS.

– Sierva de Dios Honora Nagle (Juana de Dios), irlandesa (1718-1784) fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Presentación de la Beata Virgen María, comprometida en el cuidado y la educación de los pobres y jóvenes.

– Sierva de Dios Celestina Bòttego, estadounidense, fundadora de la Sociedad Misionera de María (1895 -1980). Nació en Glendale (Ohio, EE.UU.) y murió en San Lazzaro de Parma. Dedicó toda su vida a estar en medio de los últimos, excarcelados, nómadas y desposeídos.

– Sierva de Dios Olga de la Madre de Dios (en el siglo: Olga María Fortunata Gugelmo), italiana (1910- 1943), religiosa profesa de la Congregación de las Hijas de la Iglesia. Nacida en la provincia de Vicenza, murió en Venecia. Vivió en particular, el ideal místico contemplativo de la adoración eucarística y del servicio apostólico en la parroquia. Se dice de ella que vivió a diario con profunda fe.

(ER – RV)

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