Nuestra identidad como creyentes es la de peregrinos

(RV).- La noche del martes en una Basílica de San Pedro repleta de fieles, Francisco I celebró la primera misa del gallo de su pontificado. El Obispo de Roma empezó su homilía citando la profecía de Isaías «El pueblo que caminaba en tinieblas veía una luz» (Is 9,1).

Especialmente en esta noche de Navidad, observó el sumo pontífice, somos un pueblo en camino entre luces y tinieblas, porque cuando el espíritu del mundo que vive en la oscuridad, recibe la noticia del nacimiento del Señor, que es nuestro salvador, aparece la luz de su encarnación en la historia.

El Santo Padre reflexionó sobre nuestra identidad como creyentes, que es la de ser peregrinos hacia la tierra prometida. Cristo nos acompaña con su presencia, es la luz entre las sombras de la mentira, el orgullo o vanidad, egoismo y búsqueda del propio interés, condición de la que el hijo de Dios nos libera.

El don y gracia de la natividad de Jesús, nacido de la Virgen María, de naturaleza humana y divina, ha venido al mundo para liberarnos de la esclavitud del pecado. Los pastores recibieron la buena nueva de que el mesías, nuestro salvador, había nacido, y así ellos los más humildes y que guardaban vela aquella noche junto a su rebaño, fueron los primeros en adorarlo. Que en esta noche de paz compartamos su anuncio de salvación.

(RC – RV)

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