Mensaje de Francisco I para la Cuaresma 2014

Ciudad del Vaticano, 4 febrero 2014 (VIS).- Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la presentación del Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma de 2014. Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, es el título de una cita de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios en la que el apóstol los alienta a mostrar su generosidad ayudando a lo/as hermano/as de Jerusalén que están atravesando dificultades. En el documento, fechado el 26 de diciembre, festividad de San Esteban Protomártir, Su Santidad se interroga sobre el significado de la pobreza evangélica en nuestros días.

Han intervenido en el acto el cardenal Robert Sarah, Presidente del Pontificio Consejo Cor Unum, los monseñores Giampietro Dal Toso y Segundo Tejado Muñoz, secretario y subsecretario del dicasterio, y el matrimonio de Davide Dotta y Anna Zumbo, misioneros en Haiti.

Antes de la presentación el Presidente de Cor Unum ha anunciado que visitará Haiti en el mes de marzo, para inaugurar una escuela financiada en nombre del Papa como signo de su cercanía a la población haitiana, que no se recupera del terremoto que en 2010 causó más de 220.000 muertos y afectó a tres millones de personas.

A continuación el cardenal ha explicado que el texto del mensaje para la Cuaresma de este año se centra en la pobreza de Cristo en particular, un concepto apreciado por Francisco I, que desde el inicio de su pontificado ha puesto de relieve esta dimensión de la vida cristiana. Ciertamente – ha dicho – la visión cristiana de la pobreza no es la misma que rige el sentimiento común. Demasiado a menudo se considera simplemente en su dimensión sociológica y se entiende como una falta de bienes. Por otra parte, se recurre a menudo al concepto de Iglesia para los pobres como una forma de contestación, oponiéndola a una Iglesia de la predicación, dedicada a la oración y defensa de la doctrina o moral.

La primera referencia para un cristiano es Cristo que se hizo pobre por elección, una dimensión positiva que también resuena en el Evangelio, y proclama bienaventurados los pobres. Es obvio que en esta dimensión hay un aspecto de despojo y renuncia. Pero es posible porque la verdadera riqueza de Jesús es ser hijo de Dios. El mensaje de la Cuaresma que hoy presentamos hace una distinción importante entre la pobreza, una actitud evangélica, y la miseria que queremos combatir.

El sumo pontífice en su discurso enumera tres tipos de miseria material, moral y espiritual. La primera, afecta a cuantos viven en condiciones indignas de la persona humana, y frente a ella, la Iglesia ofrece su servicio y diaconía, para salir al encuentro de las necesidades y sanar las heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En cuanto a la moral, consiste en no convertirse en esclavos del vicio y pecado porque causan ruina económica. Asimismo, la espiritual hace presa cuando nos aleja de Dios y rechazamos su caridad.

Esta visión amplia, y en consecuencia de la ayuda que la Iglesia ofrece, contribuye a dar una perspectiva completa de quien es el ser humano y cuales son sus necesidades, sin caer en un reduccionismo antropológico que pretende resolver solamente los problemas de bienestar físico y material.

El presidente de Cor Unum, ha recordado con este propósito que en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Obispo de Roma escribe que la opción preferencial por los pobres debería traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria.

El ser humano es por naturaleza hijo de Dios. Esta es su riqueza. La gran culpa de la cultura moderna es haber pensado en una felicidad sin Dios, negando lo más profundo de la persona, que es su vínculo existencial con el Padre que le ha dado la vida. Así como es un delito privar al pobre de la presencia del Señor, también lo es vivir como si Dios no existiera negando su pertenencia o filiación.

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