(RV).- El secuestro de un gran número de jóvenes muchachas por parte de los terroristas de Boko Haram se suma a otras horribles formas de violencia que desde hace tiempo caracterizan la actividad de este grupo en Nigeria.
La negación de todo respeto por la vida y dignidad de las personas, también las más inocentes, vulnerables e indefensas, requiere la más firme condena que suscita la compasión más profunda por las víctimas en una situación que horroriza por sus sufrimientos y humillaciones.
Nos unimos a los muchos llamados por su liberación y restitución a una normal condición de vida. Esperamos y rezamos para que el empeño de todos los que puedan contribuir, encuentre el camino para poner fin a una situación de conflicto y terrorismo, que causa profundos dolores en la población.