El Obispo de Roma en la Misa Crismal

(RV).- El Señor sabe que la tarea de ungir al pueblo fiel es dura, nos lleva a la fatiga, o a la enfermedad y muerte, e incluso a la consumación en el martirio, rezo por los que trabajan en medio de las dificultades en muchos lugares abandonados y peligrosos, es la exhortación del Papa en su homilía en la celebración de la Santa Misa del Crisma al inicio del Triduo pascual.

En una soleada mañana romana, el sumo pontífice recordó las palabras del salmista refiriéndose al sacerdote cuando dice: “Lo sostendrá mi mano y le dará fortaleza mi brazo” (Sal 88,22). Y después de hablar sobre el cansancio de los pastores, Francisco I repasó las labores pastorales que hoy nos proclama la liturgia, es decir, llevar a los pobres la buena nueva, anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Y hacer todo esto no es fácil porque implica poner en ello toda nuestra capacidad de compasión y evitar la mundanidad espiritual.

(RM – RV)

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