La Iglesia nace del amor de Cristo

(RV).- El Papa Francisco  concelebró con el cardenal Albert Malcolm Ranjith Patabendige la misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta donde reside, en esta celebración eucarística participó un grupo de empleados de los Museos Vaticanos.

El Santo Padre se detuvo a considerar los primeros pasos de la Iglesia que, después de Pentecostés, salió para ir a “las periferias de la fe” a anunciar el Evangelio. Y observó que el Espíritu Santo primero “impulsa”, y después “hace la armonía de la Iglesia”. En efecto, el Papa recordó que en Jerusalén, entre los primeros discípulos “había tantas opiniones” sobre la acogida de los paganos en la Iglesia, que había quien decía “no” a un acuerdo y quien, en cambio estaba abierto.

El Espíritu Santo – añadió el Papa – debía hacer su trabajo en la historia :  la armonía de estas posiciones, entre ellos en Jerusalén y los paganos. Y cuando nosotros no lo dejamos trabajar, comienzas las divisiones en la Iglesia, las sectas,  porque estamos cerrados a la verdad.

¿Cuál es por tanto la clave de esta disputa en los orígenes de la Iglesia? El Papa Francisco recordó las palabras inspiradas de Santiago, del Obispo de Jerusalén, que subraya que no se debe imponer sobre el cuello de los discípulos un yugo que sus mismos padres no han sido capaces de llevar.

“Cuando el servicio se convierte en un yugo tan pesado, las puertas de las comunidades cristianas están cerradas, nadie quiere venir al Señor. Nosotros, en cambio, creemos que por la gracia de Jesús somos salvados. Primero esta la alegría del carisma de anunciar la gracia, después vemos qué cosa hacemos”.

El Papa también dijo que Cristo nos pide a todos nosotros que permanezcamos en su amor. Y precisamente de este  nace la observancia de sus mandamientos. Ésta – reafirmó el Papa –, es “la comunidad cristiana del sí” que nos lleva a la fidelidad al Señor.

Pidamos que el Espíritu Santo nos asista siempre para llegar a ser comunidad de Jesús, cumplir los mandamientos y permanecer en Él. Entonces, concluyó el Papa, cuando una comunidad cristiana confiesa sus pecados, adora al Señor y perdona las ofensas, tiene caridad con los demás, siente la obligación de ser fieles a Cristo y cumplir con sus preceptos.

(María Fernanda Bernasconi – RV)

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