Dios llora por la locura de la guerra

(RV).- La guerra es el suicidio de la humanidad porque mata el corazón. Es uno de los pasajes de la homilía del Papa Francisco, durante la Misa celebrada esta mañana en la capilla de la Casa de Santa Marta con la comunidad eclesial del Ordinariato militar.  El 2 de junio, se celebra en Italia la Fiesta de la República, “un día significativo” tal como recordó en su saludo Monseñor Vincenzo Pelvi, quien concelebró con el Papa Francisco.

El Señor escucha la oración de todos, la de Salomón en el día de la consagración del Templo, pero también la de cada uno de nosotros, dijo el Papa, citando el episodio evangélico del centurión que le pide a Jesús la curación de su siervo, resaltando que nuestro Dios es así, añadió Francisco.

Nosotros hoy hemos venido a rezar por las víctimas de la locura que es la guerra, porque viene del odio, la envidia, y también – lo vemos tantas veces – de ese deseo y afán por más poder. El Obispo de Roma constató que tantas veces hemos visto que los problemas locales y las crisis económicas, quieren resolverlos los grandes de la tierra con una guerra. ¿Por qué? Porque el dinero es más importante que las personas para ellos, el ídolo del odio que lleva a matar al hermano. Me viene a la mente esa palabra de Dios a Caín quien, por envidia, había asesinado a Abel : ¿dónde está tu hermano? Hoy podemos oír esta voz : es nuestro Padre que llora y dice a todos los poderosos : ¡Qué has hecho!

De aquí la exhortación del Pontífice a rezar para que nos aleje de todo mal. Dirígete a nosotros Señor y ten misericordia, porque estamos tristes, angustiados. Mira nuestra miseria y pena, porque detrás de una guerra siempre está el pecado de la idolatría, de explotar a los hombres en el altar del poder, y sacrificarlos. Estamos seguros que Dios nos escuchará y hará algo para darnos el espíritu de consuelo. Así sea.

Al término de la Misa se rezó la “Oración por Italia”, compuesta por el Beato Juan Pablo II y los participantes regalaron al Santo Padre una obra de artesanía napolitana en terracota realizada por los maestros de Nápoles, Raffaele, Salvatore y Emanuele Scuotto. Se trata de una composición que representa a San José Obrero, que muestra los instrumentos del carpintero al pequeño Jesús, quien sostiene un cesto que contiene los objetos de la crucifixión: clavos, martillo y tenaza.

(María Fernanda Bernasconi – RV)

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