La apretada agenda de Francisco I

(RV).- El Cristo Redentor del Corcovado, que acoge con sus brazos extendidos a quien llega a esta ciudad ha dejado de esconderse tras las nubes que por fin decidieron disiparse, después de tantos días, dejando la lluvia atrás. Y bajo un sol que va perdiendo su timidez el Papa no ha tenido un momento libre con todas las actividades de este viernes.

Comenzó con la Santa Misa que rezó de modo privado en la Residencia de Sumaré, en cuya homilía recordó a los abuelos, siguiendo la liturgia que nos presenta a Joaquín y Ana. La apretada agenda papal prosiguió con la confesión de cinco jóvenes (3 de Brasil, 1 de Venezuela y 1 de Italia) en la Quinta da Boa Vista, a 19 kilómetros de la residencia Sumaré.

Inicialmente, el parque era un bosque que pertenecía a la Compañía de Jesús, en la actualidad, es un espacio municipal donde se encuentra el Bioparque de Río y la primera institución científica del país considerada el principal Museo Nacional de Historia Natural y Antropológico de toda América Latina. En el lugar se instalaron numerosos confesionarios blancos, que recuerdan las tiendas de un campamento indio, para impartir el sacramento de la penitencia a los jóvenes de la JMJ, uno de ellos fue elegido por Su Santidad para confesar personalmente a los jóvenes en lengua italiana, española y portuguesa.

Al terminar, Francisco I, se trasladó en coche al arzobispado situado en el Palacio de Mitra Arquiepiscopal. Se trata de un edificio construido en 1918 como residencia oficial del primer cardenal arzobispo de Río de Janeiro, Joaquim Arcoverde Cavalcanti de Albuquerque. Obra del arquitecto Morales de los Rios, se caracteriza por el estilo ecléctico de sus muchas referencias arquitectónicas de monumentos históricos. Durante la dictadura militar, el entonces arzobispo cardenal Eugenio Sales ofreció asilo a los opositores del régimen en el interior del Palacio.

A las 11.30 h. mantuvo un breve encuentro, a puertas cerradas, en este palacio arzobispal de San Joaquín, con algunos jóvenes reclusos  que llegaron acompañados por sus asistentes, seis muchachos y dos chicas, que cumplen condena en diferentes cárceles de menores de Río. Tal vez, para algunos de ellos en los próximos días habrá una medida de clemencia. Le regalaron al Santo Padre un rosario hecho con perlas de poliestireno unidas entre sí. En la cruz se leía “Candelaria nunca más” haciendo referencia a la terrible tragedia del 22 de julio del 1993, cuando un grupo de hombres armados asesinaron a niños de la calle que se encontraban en la puerta de la Iglesia de la Candelaria. En las cuentas del Rosario estaban escritos los nombres de muchos de los chicos que murieron aquel día. El Obispo de Roma rezó con ellos y por todos aquellos fallecidos a causa de la violencia.

Inmediatamente después el Pontífice se desplazó a la capilla para saludar a las religiosas de la residencia, y antes de rezar el ángelus desde el balcón central del palacio arzobispal, junto a los fieles que llenaron la plaza y calles adyacentes, el Sucesor de Pedro saludó a los miembros del Comité organizador de esta XXVIII Jornada Mundial de la Juventud junto a sus benefactores.

Al finalizar, el Papa se dirigió al Salón Redondo, situado en la primera planta del edificio, y concluyó la mañana almorzando, como es tradicional en cada JMJ, con doce jóvenes de diferentes nacionalidades, un chico y una muchacha por continente, más otros dos del país anfitrión. El almuerzo se realizó en compañía del Arzobispo de San Sebastián de Río de Janeiro, Mons. Orani Joao Tempesta. Luego, el Santo Padre se trasladó a la Residencia Sumaré para reposar antes de que diera comienzo el Viacrucis en Copacabana.

Y si bien la seguridad impuso, en algunos trayectos, que el automóvil en que viajaba lo hiciera a velocidad sostenida, para llegar puntualmente a cada una de las etapas programadas, el sumo pontífice no dudaba en bajar la ventanilla para saludar a su paso a esas tantas hileras de personas que esperaban verlo pasar a lo largo de las avenidas. Pero una vez en el papamóvil, no ahorró esfuerzos para llegar a todo el mundo.

Al “Pastor de todos”, como lo han bautizado aquí, se suman los gestos que tanto le acercan al pueblo ante las innumerables manifestaciones de afecto. El Espíritu de Dios, ha soplado fuertemente aquí, en Río.

(MFB y ER – RV)

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