Via Crucis en Copacabana

(RV).- El signo de la Cruz, está presente en el magisterio pontificio de Francisco I desde su primera celebración, un día después de su elección, era el 14 de marzo. También, el Santo Padre, el 24 de marzo, el Domingo de Ramos, en su homilía, citaba las palabras de su predecesor, Benedicto XVI, cuando afirmó con este propósito, dirigiéndose precisamente a los pastores de la Iglesia, pero en particular a los cardenales, que : “Ustedes son príncipes de un Rey crucificado. Ese es el trono de Jesús : la Cruz”. Tal y como nos lo ha ofrecido ya desde el 29 de marzo cuando participó en el Via Crucis de Semana Santa desde el Coliseo de Roma, al inicio de su ministerio Petrino. Y ahora, en la celebración de este 26 de julio, donde escuchamos a un Santo Padre llamando nuestra atención sobre el sentido de la Cruz.

Las Estaciones del Vía Crucis, el camino de sufrimiento recorrido por Jesús de Nazareth en Jerusalén, fue recreado el viernes en Copacabana. El Papa llegó a las 17.20 h. al paseo marítimo donde en papamóvil saludó a los jóvenes que le estaban esperando.

El Santo Padre pidió que le acompañaran, en el mismo palco, 35 trabajadores excluidos argentinos, los cartoneros. Se trata de personas que han quedado fuera del mundo del trabajo, hombres y mujeres obligados a vivir en las “villas miseria”, las favelas argentinas, y que por no tener empleo se han visto obligados a recoger el cartón que encuentran en los basureros para subsistir con lo que recaban de su venta, carentes de todo beneficio social. En Argentina hay cerca de 100 mil trabajadores excluidos que buscan cartones entre la basura para poder ganar algo de dinero a causa de la devastadora crisis económica de 2001.

A las 18 h. daba comienzo el Via Crucis con las 14 estaciones, 13 de ellas se representaron en los 900 metros de la Avenida Atlántico, el paseo marítimo de Copacabana, y la última en el palco central desde donde el sumo pontífice siguió todo el recorrido.

Una celebración que duró alrededor de una hora y cuarto, y que estuvo animada en todo momento por 280 artistas y voluntarios. Cada estación desarrolló algunos temas que atañen directamente a la juventud contemporánea: misión, conversión, comunidad, madres adolescentes, seminaristas, la Religión en defensa de la vida, parejas, mujeres sufrientes, estudiantes, redes sociales, jóvenes detenidos y la pastoral de la cárcel, enfermedades terminales, la muerte de los jóvenes y la juventud de todo el mundo.

Los textos de las meditaciones estuvieron a cargo de los sacerdotes dehonianos P. Zezinho y P. Joaozinho, muy conocidos en todo Brasil por su compromiso con la gente joven.

Para realizar este evento las calles de Copacabana se habían cerrado con muchas horas de anticipación. Hemos visto llegar en helicóptero a Francisco I para recorrer en automóvil descubierto los cuatro km de playa que lo separaban del palco. Empleó más de media hora en medio de las acostumbradas manifestaciones de afecto de quienes se definen “la nueva juventud del Papa”.

Discurso del Sumo Pontífice.

Queridos jóvenes :

Hemos venido hoy aquí para acompañar a Jesús a lo largo de su camino de dolor, el de la Cruz, que es uno de los momentos fuertes de la Jornada Mundial de la Juventud. Al concluir el Año Santo de la Redención, el beato Juan Pablo II quiso confiarles a ustedes, jóvenes, la Cruz diciéndoles: “Llévenla por el mundo como signo del amor de Jesús a la humanidad, y anuncien a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención” (22 de abril de 1984: Insegnamenti VII,1 (1984), 1105). Desde entonces, ha recorrido todos los continentes y atravesado los más variados mundos de la existencia humana, quedando como impregnada de las situaciones vitales de tantos jóvenes que la han visto y llevado.

Esta tarde, acompañando al Señor, me gustaría que resonasen en sus corazones tres preguntas : ¿Qué han dejado ustedes en la Cruz, durante estos dos años que ha recorrido su inmenso país? Y ¿qué ha dejado la Cruz en cada uno de ustedes? Y, finalmente, ¿qué nos enseña para nuestra vida esta Cruz?

1. Una antigua tradición de la Iglesia de Roma cuenta que el apóstol Pedro, saliendo de la ciudad para huir de la persecución de Nerón, viendo que Jesús caminaba en dirección contraria, enseguida le preguntó : “Señor, ¿adónde vas?”. La respuesta fue : “Voy a Roma para ser crucificado de nuevo”. En aquel momento, Pedro comprendió que tenía que seguir a Cristo con valentía, hasta el final, pero entendió sobre todo que nunca estaría solo en el camino; con él estaría siempre el Señor.

Miren, Jesús con su Cruz recorre las calles para cargar con nuestros miedos, problemas y sufrimientos, se une :

a) al silencio de las víctimas de la violencia, que no pueden ya gritar, sobre todo los inocentes e indefensos;

b) a las familias que se encuentran en dificultad, lloran la pérdida de sus hijos, o sufren al verlos esclavos de paraísos artificiales como la droga;

c) a todas las personas que sufren hambre en un mundo que cada día desperdicia toneladas de alimentos;

d) a quien es perseguido por su Religión, sus ideas, o simplemente por el color de su piel;

e) a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven egoísmo y corrupción, o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y ministros del Evangelio.

En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, y Él carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: No la llevas tú solo. Yo la llevo contigo y he vencido a la muerte, he venido a darte esperanza y la vida (cf. Jn 3,16).

2. La Cruz deja un bien que nadie más nos puede dar, la certeza de que Dios nos da fuerza para sobrellevar el sufrimiento, vencer la muerte y salvarnos, podemos fiarnos de Jesús, confiemos totalmente en Él (cf. Lumen fidei, 16). Sólo en Cristo encontramos la salvación y redención. Con Él, el mal no tiene la última palabra, porque el Señor ha transformado un instrumento de odio y derrota, en signo de victoria.

El primer nombre de Brasil fue precisamente “Tierra de Santa Cruz” porque fue plantada no sólo en la playa hace más de cinco siglos, sino también en la historia, en el corazón del pueblo brasileño. A Jesús que sufre lo sentimos cercano, uno de nosotros que comparte nuestro camino hasta el final. No hay en nuestra vida cruz que el Señor no comparta con nosotros.

3. Con esta invitación nos enseña a mirar siempre al otro, sobre todo a quien sufre, tiene necesidad de ayuda, y espera una palabra, un gesto, salir de nosotros mismos para ir a su encuentro. Muchos rostros han acompañado al Señor en su camino al Calvario : Pilato, que no tiene la valentía de ir contracorriente para salvarle la vida y se lava las manos; Cireneo, que ayuda a llevar aquel madero pesado; María y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañarle hasta el final. Y tú, ¿como quién eres? Llevemos nuestros sufrimientos y fracasos a la Cruz de Cristo, y encontraremos un corazón abierto que nos comprende y pide llevar el amor de Dios a nuestra vida. Así sea.

(PLJR, RC y MFB – RV)

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