El Papa a los catecúmenos

Catequista(RV).- En la tarde de este sábado en la Basílica Vaticana el Papa presidió el Rito de admisión al Catecumenado, participaron en el encuentro 500 catecúmenos de 47 nacionalidades de los cinco continentes con sus catequistas. El evento de esta tarde se insertó de manera muy especial en el ámbito del Año de la Fe, que será clausurado solemnemente por Francisco I este domingo 24, y quiere ser signo de una iniciativa que convocada por Benedicto XVI debe proseguir en el empeño de cada cristiano por responder al Señor que nos invita a ser sus discípulos y anunciar el Evangelio con el testimoniar de nuestra propia vida. Esta tarde el Obispo de Roma pronunció una catequesis sobre el significado de la vida nueva en Cristo y sobre el discipulado.

Texto de la alocución del Santo Padre.

Queridos catecúmenos.

Este momento conclusivo del Año de la Fe, los encuentra aquí reunidos, con sus catequistas y familiares, en representación también de tantos otros hombres y mujeres que están cumpliendo, en diversas partes del mundo, su mismo camino de fe. Espiritualmente estamos todos unidos en este momento.

Vienen de muchos países, de tradiciones culturales y experiencias diferentes. Y sin embargo, esta tarde sentimos entre nosotros tantas cosas en común. Sobretodo tenemos una, evocada por las palabras del salmista: “Como la cierva busca corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío”. Cuánto es importante mantener vivo este anhelo de encontrar al Señor. Si viene a faltar la sed de Dios, la fe se vuelve rancia, sin sentido, corre el riesgo de convertirse en rutinaria, apagarse, como un fuego que no es reavivado.

El pasaje del Evangelio (cfr Jn 1,35-42) nos ha mostrado que Juan Bautista indica a Jesús, a sus discípulos, como el Cordero de Dios. Dos de ellos siguen al Maestro, y luego, a su vez, se convierten en mediadores que permiten a otros encontrar al Señor.

Hay tres momentos en este pasaje que llaman a la experiencia del catecumenado. En primer lugar, está la escucha. Los dos discípulos han escuchado el testimonio del Bautista. También ustedes, a aquellos que les han hablado de Jesús y han propuesto seguirlo, convirtiéndose en sus discípulos a través del Bautismo. En el tumulto de tantas voces que resuenan, ustedes han acogido la voz que les indicaba a Cristo como el único que puede dar sentido a nuestra vida.

El segundo momento es el encuentro. Los dos discípulos encuentran al Maestro y permanecen con Él. Después de haberlo encontrado, advierten inmediatamente algo nuevo, la exigencia de transmitir también a los otros, para que ellos puedan encontrarlo.

Andrés, en efecto, encuentra a su hermano Simón y lo conduce a Jesucristo. Dios no nos ha creado para estar solos, cerrados en si mismos, sino para poder estar con Él y abrirnos a los otros. En la Biblia aparece siempre como aquel que toma la iniciativa y viene a nosotros. No se aleja sino que tiene la paciencia de esperar el momento oportuno para sostenernos.

La última parte del pasaje es caminar. Los dos discípulos caminan hacia el Señor y luego hacen un trecho junto a Él. Es una enseñanza importante para todos nosotros. La fe es un camino con Él que dura toda la vida. Ciertamente, en algunos momentos nos sentimos cansados y confundidos. Pero la fe nos da la certeza de su presencia constante en cada situación, también en la más dolorosa o difícil de entender, y que nos permite vivir con serenidad y esperanza.

Hoy ustedes inician el catecumenado, seguros del sostén de toda la Iglesia, que les acoge con confianza. La Virgen María, la discípula perfecta, los acompaña como nuestra Madre en la fe y fiel al Señor que no los traicionará jamás.

(Traducción :  Griselda Mutual y Mariana Puebla – RV)

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