Francisco I a los Obipos polacos

Ciudad del Vaticano, 7 febrero 2014 (VIS).- Casi en vísperas de la canonización del beato Juan Pablo II, el Papa ha recibido a los obispos de la Conferencia Episcopal de Polonia al final de su visita “ad Limina” y se ha referido al próximo santo como a un gran pastor que nos guía desde el cielo y nos recuerda lo importante que es la comunión espiritual y pastoral entre los obispos, invitando a sus compatriotas a que nada ni nadie introduzca divisiones entre ellos porque están llamados a construir la comunión y paz enraizadas en la caridad, dando ejemplo a su pueblo de la fuerza de la esperanza.

Las conversaciones que el Obispo de Roma ha tenido estos días con los prelados polacos han confirmado que la Iglesia en Polonia tiene un gran potencial de fe y oración, favoreciendo la formación del pueblo cristiano, la práctica motivada y comprometida, la disponibilidad de los laicos y religiosos a cooperar activamente en la comunidad eclesial y en las estructuras sociales. Sin embargo, también hay un cierto declive en varios aspectos de la vida cristiana que requieren un discernimiento, una búsqueda de motivos y formas de afrontar nuevos retos, como – por ejemplo – la idea de la libertad sin límites, la tolerancia hostil o desconfiada de la verdad, o el malhumor por la justa oposición de la Iglesia al relativismo imperante.

La familia, lugar donde se aprende a convivir y los padres transmiten la fe a sus hijos, debe ocupar el centro del ministerio pastoral ordinario de los obispos, porque hoy el matrimonio se considera a menudo de cualquier forma como si se pudiera modificar de acuerdo a la opinión de cada uno. Por desgracia, esta visión también afecta a la mentalidad de los cristianos y desemboca en la facilidad para recurrir al divorcio o a la separación de hecho. Por eso los pastores están llamados a interrogarse sobre cómo ayudar a los que viven en esta situación para que no abandonen la fe. En este ámbito hay que preguntarse igualmente cómo mejorar la preparación conyugal de los jóvenes y su responsabilidad tanto en los momentos de alegría como los de dolor y debilidad.

Con la perspectiva de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Cracovia en 2016, el Santo Padre piensa que los jóvenes junto a las personas mayores son la esperanza de la Iglesia, y hoy se les proporciona nuevas oportunidades para la comunicación gracias al avance en los medios. Sin embargo, las relaciones interpersonales de contacto directo, intercambio de valores y experiencias compartidas se reducen. Por esta razón, es una buena oportunidad en ese sentido, la catequesis en la que participan en Polonia la mayoría de los alumnos en las escuelas, alcanzando así una mejor comprensión de las verdades de la fe porque la Religión cristiana a la vez que es un conocimiento existencial de Cristo, también es una relación personal con Dios y la Iglesia.

Sobre la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada, después de constatar que son muchos los sacerdotes polacos que ejercen su ministerio tanto en las iglesias locales como en el extranjero en las misiones, ha hablado de las universidades y facultades de teología en Polonia, en las que los seminaristas consiguen una válida preparación intelectual y pastoral que debe ir siempre acompañada de una adecuada formación humana y espiritual, así como de una renovada conversión misionera, estilo apostólico que requiere espíritu de pobreza evangélica y testimonio de caridad en el anuncio de la buena nueva. Por cuanto respecta a las vocaciones, especialmente las de las mujeres, preocupa la disminución de la afiliación a las congregaciones religiosas polacas. Espero – ha apuntado el sumo pontífice – que los institutos religiosos femeninos sigan siendo de forma adecuada en nuestros tiempos, lugares privilegiados de afirmación y crecimiento de la mujer, en lo que las religiosas deben estar listas para hacer frente a tareas difíciles y exigentes, que valoricen sus capacidades intelectuales y afectivas, talentos y carismas.

El Obispo de Roma ha concluido exhortando su solicitud por los más pobres y necesitados, desempleados, personas sin hogar, enfermos y abandonados, sin medios suficientes para vivir y educar a sus hijos, alentando a practicar obras caritativas, y ayudando con su atención pastoral a quienes se ven obligados a emigrar para que puedan mantener la fe y tradiciones religiosas del pueblo polaco.

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