El encuentro de Cristo con la mujer samaritana

(RV).- Francisco I rezó el Ángelus con miles de fieles en la plaza de San Pedro, refiriéndose al Evangelio que nos presenta el encuentro de Jesús con la mujer samaritana, sucedido en Sicar, junto a un antiguo pozo donde la mujer iba cada día, para sacar agua. Aquel día se encontró a Jesús, sentado, fatigado por el viaje (Jn 4, 6), e inmediatamente le dice que le diera de beber (v 7, 7). De este modo supera las barreras de hostilidad, que existían entre judíos y samaritanos, rompe los esquemas del prejuicio frente a las mujeres. Este simple pedido es el inicio de un dialogo sincero, mediante el cual, Él entra en el mundo interior de una persona a la cual, según los esquemas sociales, no tendría ni si quiera que haberle dirigido la palabra.

Así la mujer samaritana que fue a buscar agua del pozo y encontró en Jesucristo a un peregrino que le pide de beber, reconoce en Él, al Mesías, y su alma sedienta de Dios se da cuenta de que es a quien buscaba desde siempre, y volviendo hacia su casa, anuncia a los que la juzgaban y rechazaban que había encontrado al Salvador, y que le había cambiado la vida.

De este modo, cuando el Señor le pide de beber pone en evidencia la sed de Dios que había en ella, como cuando también nosotros encontramos la gracia del Espíritu Santo que se nos ha dado (Rm 5,5), porque estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el bautismo, y a dar testimonio de Cristo en nuestra existencia.

Después de la oración mariana, Su Santidad invitó a pedir por todas las personas afectadas por la tuberculosis y por cuantos las sostienen de diversos modos, y exhortó a participar el próximo viernes y sábado en la celebración penitencial que se realizará en muchas diócesis y parroquias del mundo. Iniciará con una celebración en la Basílica de San Pedro, el viernes por la tarde, y después en la noche algunas iglesias del centro de Roma estarán abiertas para rezos y confesiones. En efecto, el 24 de marzo de 1882, el padre de la microbiología moderna, Robert Koch, anunciaba el descubrimiento de la bacteria causante de la tuberculosis. Hemos cambiado de siglo, han pasado más de cien años y esta infección todavía provoca anualmente la muerte de más de un millón de personas en todo el mundo, que se concentran principalmente en el Sudeste asiático y Africa. Aproximadamente un tercio de la población mundial está afectada por este bacilo, pero son las personas con sistemas inmunitarios debilitados las que corren el riesgo de enfermarse. Precisamente en Argentina, país del sumo pontífice, nacieron y vivieron, tres beatos que la padecieron, Laura Carmen Vicuña, Artémides Zatti, y Ceferino Namuncurá.

Después el Santo Padre ha saludado en particular a los peregrinos de Croacia, Alemania y Japón, a los estudiantes de EE.UU. y España. También, ha dedicado unas palabras a la comunidad del Pontificio Colegio Alemán-Húngaro, a muchos catequistas y participantes, así como a los grupos procedentes de otras tantas partes de Italia.

(MZ, GO y CM – RV)

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