La bondad del enlace matrimonial

Ciudad del Vaticano, 6 de mayo 2015 (VIS).- La bondad del matrimonio cristiano, que no es simplemente la ceremonia que se hace, sino el sacramento, comenzando una nueva comunidad familiar, fue el tema elegido por el Papa en la catequesis de la audiencia general de este miércoles.

Es lo que el apóstol Pablo resume en sus palabras: “Este es un gran misterio en referencia a Cristo“; que tiene a la Iglesia como esposa en una comunión inspirada por el Espíritu Santo, que afirma el amor entre los cónyuges a imagen y semejanza de Dios. Una dignidad que se inscribe en el plan divino y que con la gracia del Señor imnumerables parejas cristianas, a pesar de sus limitaciones, han llevado a cabo.

Esta nueva vida en Jesús, significa vocación y misión, cuyo significado espiritual es muy elevado, y al mismo tiempo simple o asequible para toda persona que se confía a su gracia y establece la reciprocidad, porque el sacramento del matrimonio es un acto de fe que atestigua el valor de creer y vivir en familia. Y esta es una vocación cristiana sin límite, y base del consentimiento libre que constituye, por la que la comunidad eclesial participa en la historia de cada unión matrimonial, única y responsable. Por otro lado, la decisión de casarse también contiene una dimensión misionera, pues requiere disposición y servicio. Efectivamente los cónyuges con este pacto ofrecen sus dones, a la vez que necesitan de su fidelidad, honesta y sincera.

Al finalizar su alocución, el Santo Padre recordó que en los próximos días se conmemora en algunas capitales el 70 aniversario del final de la II Guerra Mundial en Europa, expresando el pensamiento de que la sociedad aprenda de los errores del pasado y haga frente a los conflictos que desgarran algunas regiones del mundo con esperanza en el futuro, haciendo un llamamiento a todas las autoridades civiles para que se comprometan en la búsqueda del bien común y en la promoción de la cultura de la paz.

Por último, saludó entre otros a los miembros y familiares de la Guardia Suiza Pontificia que han venido a Roma para asistir a la jura de bandera de los nuevos reclutas. Además se dirigió a los fieles polacos, en particular a todos los que en el mes de mayo continúan la tradición de reunirse en las iglesias o ante las imágenes de la Virgen a lo largo de las calles y caminos para rezar en su honor.

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