Misión cumplida, Santo Padre

(RV).- A las 18.30 h. del domingo 28 de julio, el Papa Francisco se despidió del Brasil recapitulando los momentos vividos en esta semana de la juventud y saludando a la Presidenta Rousseff y las autoridades civiles y eclesiásticas que fueron a despedir al Obispo de Roma al Aeropuerto do Galeao de Río de Janeiro.

Discurso del Papa.

Señora Presidenta de la República,
Distinguidas Autoridades estatales y locales,
Querido Arzobispo de San Sebastián de Río de Janeiro,
Venerados Cardenales y Hermanos en el Episcopado,
Queridos amigos :

En breves instantes dejaré su Patria para regresar a Roma. Marcho con el alma llena de recuerdos; y éstos, estoy seguro se convertirán en oración. En este momento comienzo a sentir el anhelo de Brasil, de este pueblo grande y de gran corazón, tan amigable, de sonrisa abierta y sincera que he visto en tantas personas, de entusiasmo de los voluntarios, de esperanza en los ojos de los jóvenes del Hospital San Francisco, de fe y alegría en medio de la adversidad de los residentes en Varghina. Tengo la certeza de que Cristo vive y está realmente presente en el quehacer de innumerables jóvenes y de tantas personas con las que me he encontrado en esta semana. Gracias por la acogida que me han demostrado.

Doy las gracias a la Señora Presidenta por haberse hecho intérprete de los sentimientos de todo el pueblo de Brasil hacia el Sucesor de Pedro. Agradezco cordialmente a mis hermanos Obispos y a sus numerosos colaboradores que hayan hecho de estos días una celebración de nuestra fe en Jesucristo. Doy las gracias a todos los que han participado en las eucaristías y en los demás actos, a quienes los han organizado, a cuantos han trabajo para difundirlos a través de los medios de comunicación. Doy gracias, en fin, a todas las personas que de un modo u otro han sabido responder a las exigencias de la acogida y organización de una inmensa multitud de jóvenes, y por último, pero no menos importante, a tantos que, muchas veces en silencio y con sencillez, han rezado para que esta Jornada Mundial de la Juventud fuese una verdadera experiencia de crecimiento en la fe. Que Dios recompense a todos, como sólo Él sabe hacer.

En este clima de agradecimiento, pienso en los jóvenes, protagonistas de este gran encuentro, testimonio de participación viva y profunda en estos días. Muchos han venido a esta peregrinación como discípulos; no tengo ninguna duda de que todos marchan como misioneros. Con su servicio, demuestran con la vida que valen la pena grandes ideales, valorar la dignidad de cada ser humano, y apostar por Cristo y su Evangelio. A Él es a quien hemos venido a buscar en estos días, porque nos ha buscado antes, para proclamar la Buena Noticia, en las grandes ciudades y poblaciones, en el campo y todos los lugares de este vasto mundo nuestro. Yo seguiré alimentando una esperanza inmensa en los jóvenes de Brasil y del mundo entero. Yo he visto los primeros resultados de esta siembra, otros gozarán con la abundante cosecha.

Mi último pensamiento y expresión de anhelo, se dirige a Nuestra Señora de Aparecida. En aquel Santuario me he arrodillado para pedir por la humanidad entera y en particular por todos los brasileños. He pedido a María que refuerce en ustedes la fe cristiana, que forma parte del alma noble de Brasil, como de tantos otros países, tesoro de su cultura, voluntad y fuerza para construir una nueva humanidad en la concordia y solidaridad.

El Papa se va, les dice “hasta pronto”, que ya muy nostálgico les pide, por favor, que no se olviden de rezar por él. El Obispo de Roma necesita la oración de todos ustedes. Que Dios les bendiga.

A las 19 h. (hora local) el avión del Santo Padre partió de Río de Janeiro y, después de once horas y media de viaje, aterrizó esta mañana en el aeropuerto romano de Ciampino a las 11.30 h. (hora de Roma). Desde allí se trasladó en coche a la basílica de Santa María la Mayor para dar las gracias a la vuelta del viaje ante la imagen de la Madre de Dios, Salus Populi Romani, como ya hizo, antes de su partida. Y después de rezar ante la imagen de María, regresó en automóvil al Vaticano.

(RC – RV)

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